Policia del pensamiento

Publicado por Erwin Robertson en

En su choza-Castillo Robinsón ha tenido algunas noticias del mundo gracias al escritor El Místico, que mediante un esclavo cimarrón sordomudo de Piriguao, tripulando una canoa, le ha hecho llegar a su Insula un paquete con revistas y correspondencia, pues si bien le ha parecido alentador que ahora el náufrago se ocupe de la bandera negra, y en el Guardián de Agartha, teme que aflore en él su típico nihilismo, por lo que le envía una relación del mundo con el que se ha divorciado, en términos teológicos. Le informa sucintamente que, dados sus últimos temas y su insolencia característica, se presentó un destacamento de la policía del pensamiento en su búsqueda, con el propósito de que ya no siga provocando a las buenas conciencias ni se atreva a desafiar al pensamiento único y políticamente correcto. El Místico comenta que, no encontrádolo en lo que fuera su casa en San Angel y enterados de que dispuso por propia voluntad borrarse del mundo, sólo han expedido un decreto de proscripción, cuando el avance de la diosa Democracia permita ya establecer la gama de los abominables delitos de opinión, mismos en que ha incurrido –según reporta el escritor Francisco Castañeda Iturbide- el librero español Pedro Varela, quien ha sido condenado al pago de 700 mil pesetas y cinco años de cárcel, si se confirma el fallo, además de la incautación de más de 20 mil volúmenes de la Librería Europa, ubicada en la calle Séneca en Barcelona, por delitos de incitación al odio y a la violencia, primera condena de este jaez que se aplica en la España democrática, donde todo está permitido, menos la libertad de pensamiento y expresión.

Al enterarse de estas noticias se siente identificado con el decreto que condenaba a muerte al emperador Iturbide si éste regresaba a la ingrata tierra mexicana, y se regocija que se le persiga en ausencia.

Robinsón considera digno de comentarse un ensayo de humor negro de Jordi Bosch publicado en Tribuna de Europa (número 16, segunda época), con el título «Lo último del antifascismo» y la presentación que suele hacer el filósofo argentino Alberto Buela a la revista Disenso, de la que el náufrago es representante en México así como colaborador, y en donde se distingue la presencia del novelista argentino Abel Posse. Toda vez que en su exaltación de la voluntad, de la estética y del sacrificio le siguen valiendo que se aplique contra él, ya tan alejado de la realidad, la palabra boomerang : fascista, facha o ultra, lo que el náufrago le parece en verdad un exceso, ya que discrepa con muchas de la posiciones, y más aún con la visión hegeliana-gentiliana del Estado absoluto, que son propias del fascismo, por lo que proclama que en todo caso es un energúmeno inclasificable, el Yeti nacional, o un anarca emperador de la Insula y enemigo de Su Majestad El Mercado. Mas hay que revisar la muy ilustrativa definición de fascismo que da Bosch y que no tiene desperdicio: «El fascista ha sido, es o será un machista asqueroso o un gay vicioso; un cerebro perfectamente amueblado o el más imbécil de los retrasados; la elevación a la enésima potencia de Jack, el destripador, o el puñado de extras que mueren filmicamente en forma de ramillete de un único disparo de los subfusiles yanquis».

Verdaderamente dice Robinsón qué definición tan completa y aun ontogenética, derivación de la que hizo el tiburón estrábico de Jean Paul Sartre consistente en el brillante descubrimiento de que «todo fascista es un criminal». Mas estas boutades ya están acedas o gagás, si se piensa en los insultos tan bien perfilados por el doctor Alberto Buela en Disenso. Se entiende que el insulto toca la privacidad, el alma, la vida íntima o, por lo menos, que ello pretende; de ahí que Robinsón prefiera metafóricamente (e insisto en ello) la «dialéctica de los puños y de las pistolas», que andar insultando a los parias de la tierra.

Hasta el momento Robinsón, que casi ignora todo del mundo, se entera de que el escritor Abel Posse, quien ademas de sus méritos literarios es el embajador de Argentina en Perú, fue objeto al parecer de un simulacro de linchamiento, por lo que tuvo que suspenderse una reunión de metapolítica que iba a celebrarse en Cuzco, Perú, bajo el impulso de la revista argentina Disenso, lo que al parecer influyó negativamente en el doctor Buela, quien se sintió aludido en un ensayo que mandó Robinsón a la revista chilena Ciudad de los Césares. Mas qué nos importa el que el náufrago escriba en revistas desconocidas para los mexicanos –lo que es muy razonable-, pero deja de serlo si se aprecian las perlas del insulto del doctor Buela, que son tan estimadas por Robinsón, quien las está trascribiendo en lenguaje rúnico para que presidan su tosca sala de estar: «Hemos recibido dos críticas virulentas, una de un gringuito de barco conocido como La Viuda de Evola, que lee la realidad política de hoy a través de la polémica del siglo XIII entre güelfos vs. gibelinos. Y otro un gabacho nazi-gori-marica que entiende Nuestra América como algo que no es». Definitivamente el doctor Buela supera en su capacidad para el dicterio a los aprendices nativos Christopher Domínguez Michael y Evodio Escalante, por lo que deberían recibir un curso de improperios y majaderías en Buenos Aires.

En verdad Robinsón, por más que ha buscado en su Diccionario Lunfardo de José Gobello (enviado por previsión de El Místico) lo que expresa el doctor en filosofía Alberto Buela, no ha podido desentrañar la rica veta de localismo con que entrevera sus exquisitas descalificaciones. No sabe si es el gibelino, Gringuito de Barco, pero más le parece por su confesión robinsoniana sobre Yukio Mishima, que se trata del gabacho nazi-gori-marica lo que lo llena de emoción, ya que son generosidades léxicas que no merece, pero que están muy en el espíritu de lo último del antifascismo. Así que revisa el significado de gagá en el referido vademécum, que dice: «Leng. elev. Chocho, que tiene debilitadas las facultades mentales por efecto de de la vejez («Parecíale que su pobre tío empezaba a ponerse gaga») Gálvez, El uno, 217. Del argótico gagá (eqiuvalente al fr. gáteaux), que se dice del enfermo cuya voluntad no tiene acción sobre sus necesidades corporales».

Robinsón nunca antes había sido tan perfectamente desacreditado, y eso que ha tenido muchos enemigos en la aldea chichimeca, mas se ve que algo se gana con publicar en revistas que quisieran ser Sur sin Victoria Ocampo. El doctor Buela acaba con el cuadro y es un verdadero magister del denuesto lo que mucho lo ennoblece y vuelve a sus razonamientos apodícticos. Lo único que podríamos preguntar desde la Insula con Jordi Bosch: «¿Pero no habíamos quedado que el fascismo era el paradigma del aventurerismo lumpen más descerebrado, el vivere pericolosamente llevado al paroxismo, la gran micción fuera del tiesto democrático?».

A Robinson, le agrada, por otra parte, que se le condene dentro de la aldea y fuera de ella, ya que varios de sus enemigos podrán disfrutar los abalorios de tan alto ingenio como los que estila el doctor Buela (que aquí no fructifican, fuera de talentos raquíticos que no logran ni insultarse).🟔

JOSÉ LUIS ONTIVEROS

N° 53, Junio de 1999


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